Este viernes 16 se desarrolló la parte final del velatorio del padre Abel Gaspar en la capilla Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, pasando por la Escuela Parroquial y culminando en cementerio local con el entierro del párroco.
La comunidad educativa, autoridades y público en general se tomaron un minuto para pasar por la parroquia para saludar a los allegados y dejar atrás todos los entredichos que las redes sociales supieran instalar.
Paro cardiorrespiratorio no traumático acusó la autopsia, echando por tierra toda hipótesis de asesinato por causas que a la fecha ya no despiertan interés.
Solo quedará en la memoria colectiva, incluso más que el propio padre y su trabajo, la imagen de los chicos de escuela llorando a su director y recordando cada uno de los momentos vividos en el establecimiento.
Esto marca a las claras que la polémica fundamentada a través de frágiles o sólidos cimientos, cada uno sabrá en que vereda pararse, ha tenido un tiempo pero ya no tiene fuerza sino que por el contrario, el cura recibió un adiós muy sentido.
Su legado quedará a cargo de quien la curia decida y la dirección de la escuela estará a cargo de alguien que cumpla con los requisitos académicos requeridos para tal posición. Lo concreto y real es el adiós a quien fuese el fundador de una institución que dio herramientas a muchas generaciones de saltenses al tiempo que, junto a la comunidad le dio vida a la parroquia que es y será el lugar de oración de muchos fieles.