El país

Los deseos y el devenir

CAPITAL FEDERAL, Julio 25.-(Por Mario Wainfeld) Pongamos en palabras, viajando por un ratito al futuro, el escenario soñado por Mauricio Macri a partir de su última movida.

 

Es 22 de diciembre, ha comenzado el verano, el calor azota y hay presagios opositores de un colapso energético producido, esta vez, por el uso de acondicionadores de aire. Pero la noticia del día es otra: el jefe de Gobierno ha conseguido zafar del juicio político. Diecinueve votos por el “no”, contra 24 por el “sí” bastaron para impedir que la Sala Acusadora llegara a los 30 necesarios para hacer lugar al enjuiciamiento. Hubo dos abstenciones.

 

Aunque los diputados de la Coalición Cívica, de Proyecto Sur y de la izquierda fueron feroces fiscales, Clarín titula “La Legislatura rechazó el juicio político K”. La Nación trata a Macri como si fuera Charles de Gaulle entrando en la París liberada de los nazis. Las encuestas comprueban que una mayoría rotunda piensa que Macri es el principal antagonista de los Kirchner. El peronismo federal, que le jugó alguna mala pasada en el segundo semestre, terminó apoyando a “Mauricio”.

 

Las conversaciones informales decantan en un ofrecimiento concreto, el líder de PRO debe participar en la interna del justicialismo disidente. Varios gobernadores lo apoyan, fantaseando con integrar la fórmula presidencial. En conferencia de prensa, Macri resalta el funcionamiento republicano y, como al desgaire anuncia que su pareja, Juliana Awada, está embarazada. Tomarán apenas dos semanas de vacaciones, para celebrar y descansar. Luego volverá a la Ciudad, a gestionar. “No hay nada que celebrar, vamos a seguir trabajando por la gente” es el guión que escribió Jaime Durán Barba, Macri lo recita.

 

Ese es el horizonte imaginado y sería poco serio aseverar que es imposible, quizá todas las constelaciones se alineen. Pero, como decía el empirista Tu Sam, puede fallar.

 

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Comodoro Py: Uno de los supuestos implícitos de la decisión macrista es que la Legislatura eclipsará a los tribunales que juzgan a Macri. La causa penal se enredará en cien laberintos. Dejada a un lado la compadrada de pedir “juicio oral” ya, los letrados del jefe de Gobierno persistirán en chicanear y demorar, el juego que mejor saben y más les gusta. A despecho de esas maniobras, puede acontecer que el expediente se mueva, que produzca novedades, que la situación procesal de Macri (de por sí grave) empeore.

 

Una de las dificultades que afrontan las operaciones pensadas “en laboratorio” es que la realidad fluye, que jamás queda estática. En cualquier comarca, ni qué hablar en la Argentina.

 

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La fuerza propia y la lealtad: La Legislatura es otro terreno minado. Los operadores de PRO confían en contener a toda su tropa, sin recaer en la entropía que se llevó puesto a Aníbal Ibarra. Su posición comparativa es mejor: cuenta con un bloque importante, incentivado por la perspectiva de pujar por la Ciudad y por la Nación. Pero también tiene fisuras: muchos diputados son noveles, unos cuantos provienen de contingentes ex aliados de Macri, que ya no lo son.

 

El kirchnerismo podría tratar de incidir en ese grupo heterogéneo, también vulnerable a la seducción de compañeros peronistas federales, siempre propensos a pescar en río revuelto. En la previa, cuando “Mauricio” estaba más fuerte, Francisco de Narváez le cooptó al diputado Daniel Amoroso, quien (como su apellido lo sugiere) es una persona muy sensible.

 

Una señal preocupó al oficialismo porteño. En la crucial sesión del martes no pusieron el cuerpo todos los diputados. El mismísimo presidente del bloque, Cristian Ritondo, fatigaba Disneylandia. El celular rojo del joven dirigente fogueado en Mataderos vibró más de una vez, no escuchó palabra

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